Romanticismo Social y Juan Vicente Gonzales
En
su deseo de provocar una transformación profunda que emancipe al hombre
de la miseria y la ignorancia, los intelectuales románticos ponen su
arte al servicio de las ideas reformistas. Novelas, poesías, dramas se
convierten en emisarios de las nuevas doctrinas. Los escritores fundan
organizaciones, participan en luchas ideológicas, y hasta algunos
ofrendan sus vidas en nombre de la libertad de los pueblos.
En
esa búsqueda, los románticos caen en sistemas utópicos, arrastrados por
excesos imaginativos y sentimentales. Desean transformar la sociedad en
nombre de loa justicia y los sentimientos. Los principales reformistas
se dan en Francia Claudio Saint Simon (1769- 1825) y Carlos Fourier
(1772- 1837) se hacen famosos como los representantes del Socialismo
utópico que gana innumerables seguidores.
En
Hispanoamérica, tal vez más que el Romanticismo Literario, es el
Romanticismo Social el que obtiene mayores repercusiones con obras
realmente sólidas. Argentina, la puerta del Romanticismo literario en
América, es la primera en conocer las doctrinas sociales de Esteban
Echeverría. Con él están Juan Bautista Alberdi (1810-1884) y Domingo
Faustino Sarmientos (1811-1888). Por su parte, en Venezuela, tenemos a
Juan Vicente González, Fermín Toro, Cecilio Acosta y Eduardo Blanco,
quienes se preocupan por reflejar en sus obras la proyección de esas
doctrinas liberales.
El Romanticismo Social fue una tendencia que
intentó una nueva manera de interpretar y juzgar los hechos históricos y
sociales, agregándoles también la imaginación y la sensibilidad en
aquellas disciplinas que intentan instruir y hacer reflexionar a los
hombres. En Europa, la primera reacción fue ir en contra de la forma
como se hace Historia en el siglo XVII. Los historiadores neoclásicos se
limitan a imitar los modelos de la antigüedad grecolatina. Una historia
impersonal, imparcial y objetiva, donde no podía intervenir el yo del
autor, para no faltar a la veracidad de los hechos. Los acontecimientos
históricos se muestran desligados de los aspectos económicos y sociales.
Las documentación utilizada no son documentos de archivos, sino sólo
transcriben en forma fría y desapasionada las crónicas, las memorias y
los anales que ya estaban redactados, sin hacer críticas, ni juicios
sobre los hechos.
Características del Romanticismo Social en Venezuela
1. Visión Crítica de la Realidad
El historiador romántico conoce el hecho histórico y busca explicárselo y lo relaciona con el pasado para encontrar sus raíces.
2. La Empatía
El
historiador se identifica con el hecho que narra. Lo presenta como si
lo estuviese viviendo. Por eso da preferencia a la historia de su
Patria.
3. Visión Subjetiva del hecho histórico
Como el yo
del historiador siempre está presente, todo se carga de subjetividad;
se emociona ante los hechos y toma partida ante ellos.
4. Apoyo en Fuentes Documentales
Los
juicios elaborados por el historiador deben ser propios pero partiendo
de documentos reales; por eso deben ir a la fuente más cercana y no
basarse en crónicas o relatos de segunda mano.
5. Estilo Poético
Como
los románticos escribían con emoción, su estilo debía adaptarse a esa
circunstancia. Por esta razón la prosa utilizada tenía un tono
declamatorio, que perseguía conmover, convencer y lo hace mediante giros
y figuras poéticas como: metáforas, exclamaciones, interrogaciones,
símiles e imágenes de todo tipo.
Biografía de Juan Vicente González
Juan
Vicente González es considerado el primer gran escritor romántico en
prosa del siglo XIX que tuvo Venezuela. Nacido en Caracas el 28 de mayo
de 1810, su pasado es bastante oscuro. Se desconoce quien fue su padre y
su madre, ya que fue abandonado en la casa del Realista Francisco
González, quien le da su apellido y lo protege. Las circunstancias de su
nacimiento, le ocasionaron problemas en la Caracas de entonces. Esto
fue motivo para que más adelante se formara en él cierto carácter
inadaptado y resentido. Él
mismo escribirá años más tarde: «Una
mujer del pueblo formó mis entrañas, y una mujer que amaba al pobre, que
era compañera del que sufría, cuidó de mis primeros años». Sus primeros
estudios corrieron a cargo del presbítero José Alberto Espinosa, quien
le protegió y orientó con sus consejos. Recibe el grado de Bachiller en
1828. Sus estudios universitarios contaron con la ayuda del Padre José
Cecilio Ávila, a quien González años más tarde, rendirá encendido
tributo de admiración y agradecimiento. En 1830 se gradúa de Licenciado
en Filosofía. La primera doctrina religiosa que alumbró el camino de su
fe, fue la cristiana. Interno en el presbiterio de los Neristas durante
su infancia, realizó estudios de teología y sagrados cánones; pero por
motivos que se ignoran, al final no coronó su carrera eclesiática. En
1836 casó con la señorita Josefa Rodil, virtuosa dama descendiente de
una familia realista. Al matrimonio siguieron varios hijos: Juan
Vicente, Jorge, Luis Eduardo e Isabel. De todos se distinguió el
segundo, quien llegó a ser escritor y pedagogo de notables condiciones.
Desde
la separación de Venezuela de la Unión Grancolombiana, en el año de
1830, González empieza a participar en la vida política del país. Son
los días en que empiezan a aparecer los partidos políticos. González
titubea: una vez será liberal y después abrazará definitivamente el
bando conservador. Su vida transcurre en uno de los períodos más oscuros
y turbulentos de la República. El mismo escribe: «Nacido un año después
que Venezuela dio su grito de independencia, criado en medio de los
furores de la Guerra a Muerte y el ruido de sus combates, crecido entre
las tempestades que precedieron a su organización definitiva y a su
breve edad de oro, testigo y actor de los últimos acontecimientos,
pertenezco a todas sus épocas por algún punto, conozco sus hombres y las
pasiones e intereses que los movieron».
En su educación
literaria puede situársele dentro del romanticismo y ya a partir de
1830, había comenzado a leer a franceses como Lamartine, Chateaubriand,
Michelet, Víctor Hugo, Alejandro Dumas y los españoles Espronada,
Zorrilla y el Duque de Rivas En 1840 figura entre los fundadores de «El
Venezolano», periódico de corte liberal, al lado de Tomás Lander,
Valentín Espinal, Urbaneja y Antonio Leocadio Guzmán. Pronto se
distancia, sin embargo. Y cobra un odio feroz contra Guzmán, en torno al
cual hará girar posteriormente toda su actuación pública. En 1846 funda
“el Diario de la Tarde” con el que ataca la candidatura presidencial de
Leocadio Guzmán. González resulta electo diputado, Durante este de
1846, González es el Jefe político del Cantón de Caracas, experimenta el
placer de hacer prisionero a, Antonio Leocadio Guzmán, solicitado con
urgencia por conspirador.
Cuando Monagas llega al poder, la
situación política de González cambia. Su más encarnizado enemigo de
ayer, humillado y por gracia de Monagas desterrado, después de haber
sido condenado a muerte por el tribunal, aparece poco después en la
dirección del Gobierno. Empieza para González su via-crucis. Sombras y
tinieblas pueblan en las noches sus
reflexiones. Los Monagas se
perpetúan en el poder.
Durante esa época acontece el asesinato del
Congreso, el 24 de enero de 1848. Era para entonces González, diputado.
Aun cuando al día siguiente cedió a las presiones de Monagas para
empatar el hilo constitucional y asistió a la sesión convocada, con este
acto selló su retiro de la vida política de aquel momento. Entonces se
dedicó a la enseñanza. Ya no como simple catedrático, lo cual había sido
habitual en él desde su egreso de la Universidad, sino como propietario
de un nuevo colegio: «El Salvador del Mundo» Su esposa lo secunda en la
honrosa empresa. En los bancos del colegio se forma una generación
brillante: Eduardo Blanco, Pedro Arismendi Brito, Julio Calcaño, Rafael
Villavicencio, Marco Antonio Saluzzo, Agustín Aveledo y su propio hijo
Jorge González Rodil. Los estudios en «El Salvador del Mundo», de
acuerdo con las exigencias de la época, adquirieron la mayor seriedad
humanística. Los alumnos aprendían el latín y el griego, y los exámenes
eran verdaderos acontecimientos sociales y literarios en aquella Caracas
de reducidos contornos. Por esta época se da su mayor actividad
literaria, estrictamente de corte heroico que, a partir de 1846 había
comenzado bajo el nombre de mesenianas. También funge como biógrafo de
figuras como Martín Tovar y José Félix Ribas.
En 1859
funda «El Heraldo». Su consigna es: «Contraer el solemne compromiso de
refutar «El Patriota», «El Diario» y todo bicho guzmancista que alce
golilla y la haga de escritor», y ataca en él a liberales y a paecistas
por lo que en 1861 es encarcelado en las antiguas bóvedas de La Guaira.
En diciembre del mismo año, es puesto en libertad, pero vuelve a caer
preso en 1862 por idénticas razones.
Desde el 60 la guerra había
encendido nuevamente sus hogueras. Los federales Zamora, Falcón y Guzmán
Blanco serán los jefes del movimiento. González se mantiene entre los
dos fuegos. Su honradez política le impedía plegarse sumisamente a Páez y
sus convicciones ideológicas le empujaban a odiar a los federales. En
1864 funda el periódico “El Nacional” donde defiende el gobierno de
Crisóstomo Falcón Triunfante la Guerra Federal , González se refugia en
las letras. Falcón, el caudillo de la revolución victoriosa, a su vez
hombre de letras, lo acoge con respeto y deferencia. Juan Vicente
González muere el 1 de Octubre de 1866 después de soportar una Gangrena y
una Arterioesclerosis.
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