sábado, 3 de diciembre de 2011


Romanticismo Social y Juan Vicente Gonzales
                    En su deseo de provocar una transformación profunda que emancipe al hombre de la miseria y la ignorancia, los intelectuales románticos ponen su arte al servicio de las ideas reformistas. Novelas, poesías, dramas se convierten en emisarios de las nuevas doctrinas. Los escritores fundan organizaciones, participan en luchas ideológicas, y hasta algunos ofrendan sus vidas en nombre de la libertad de los pueblos.
En esa búsqueda, los románticos caen en sistemas utópicos, arrastrados por excesos imaginativos y sentimentales. Desean transformar la sociedad en nombre de loa justicia y los sentimientos. Los principales reformistas se dan en Francia Claudio Saint Simon (1769- 1825) y Carlos Fourier (1772- 1837) se hacen famosos como los representantes del Socialismo utópico que gana innumerables seguidores.
                      En Hispanoamérica, tal vez más que el Romanticismo Literario, es el Romanticismo Social el que obtiene mayores repercusiones con obras realmente sólidas. Argentina, la puerta del Romanticismo literario en América, es la primera en conocer las doctrinas sociales de Esteban Echeverría. Con él están Juan Bautista Alberdi (1810-1884) y Domingo Faustino Sarmientos (1811-1888). Por su parte, en Venezuela, tenemos a Juan Vicente González, Fermín Toro, Cecilio Acosta y Eduardo Blanco, quienes se preocupan por reflejar en sus obras la proyección de esas doctrinas liberales.
                  El Romanticismo Social fue una tendencia que intentó una nueva manera de interpretar y juzgar los hechos históricos y sociales, agregándoles también la imaginación y la sensibilidad en aquellas disciplinas que intentan instruir y hacer reflexionar a los hombres. En Europa, la primera reacción fue ir en contra de la forma como se hace Historia en el siglo XVII. Los historiadores neoclásicos se limitan a imitar los modelos de la antigüedad grecolatina. Una historia impersonal, imparcial y objetiva, donde no podía intervenir el yo del autor, para no faltar a la veracidad de los hechos. Los acontecimientos históricos se muestran desligados de los aspectos económicos y sociales. Las documentación utilizada no son documentos de archivos, sino sólo transcriben en forma fría y desapasionada las crónicas, las memorias y los anales que ya estaban redactados, sin hacer críticas, ni juicios sobre los hechos. 

Características del Romanticismo Social en Venezuela 

1. Visión Crítica de la Realidad
El historiador romántico conoce el hecho histórico y busca explicárselo y lo relaciona con el pasado para encontrar sus raíces.
2. La Empatía
El historiador se identifica con el hecho que narra. Lo presenta como si lo estuviese viviendo. Por eso da preferencia a la historia de su Patria.
3. Visión Subjetiva del hecho histórico
Como el yo del historiador siempre está presente, todo se carga de subjetividad; se emociona ante los hechos y toma partida ante ellos.
4. Apoyo en Fuentes Documentales
Los juicios elaborados por el historiador deben ser propios pero partiendo de documentos reales; por eso deben ir a la fuente más cercana y no basarse en crónicas o relatos de segunda mano.
5. Estilo Poético
Como los románticos escribían con emoción, su estilo debía adaptarse a esa circunstancia. Por esta razón la prosa utilizada tenía un tono declamatorio, que perseguía conmover, convencer y lo hace mediante giros y figuras poéticas como: metáforas, exclamaciones, interrogaciones, símiles e imágenes de todo tipo.

Biografía de Juan Vicente González
                          Juan Vicente González es considerado el primer gran escritor romántico en prosa del siglo XIX que tuvo Venezuela. Nacido en Caracas el 28 de mayo de 1810, su pasado es bastante oscuro. Se desconoce quien fue su padre y su madre, ya que fue abandonado en la casa del Realista Francisco González, quien le da su apellido y lo protege. Las circunstancias de su nacimiento, le ocasionaron problemas en la Caracas de entonces. Esto fue motivo para que más adelante se formara en él cierto carácter inadaptado y resentido. Él
mismo escribirá años más tarde: «Una mujer del pueblo formó mis entrañas, y una mujer que amaba al pobre, que era compañera del que sufría, cuidó de mis primeros años». Sus primeros estudios corrieron a cargo del presbítero José Alberto Espinosa, quien le protegió y orientó con sus consejos. Recibe el grado de Bachiller en 1828. Sus estudios universitarios contaron con la ayuda del Padre José Cecilio Ávila, a quien González años más tarde, rendirá encendido tributo de admiración y agradecimiento. En 1830 se gradúa de Licenciado en Filosofía. La primera doctrina religiosa que alumbró el camino de su fe, fue la cristiana. Interno en el presbiterio de los Neristas durante su infancia, realizó estudios de teología y sagrados cánones; pero por motivos que se ignoran, al final no coronó su carrera eclesiática. En 1836 casó con la señorita Josefa Rodil, virtuosa dama descendiente de una familia realista. Al matrimonio siguieron varios hijos: Juan Vicente, Jorge, Luis Eduardo e Isabel. De todos se distinguió el segundo, quien llegó a ser escritor y pedagogo de notables condiciones.
                                  Desde la separación de Venezuela de la Unión Grancolombiana, en el año de 1830, González empieza a participar en la vida política del país. Son los días en que empiezan a aparecer los partidos políticos. González titubea: una vez será liberal y después abrazará definitivamente el bando conservador. Su vida transcurre en uno de los períodos más oscuros y turbulentos de la República. El mismo escribe: «Nacido un año después que Venezuela dio su grito de independencia, criado en medio de los furores de la Guerra a Muerte y el ruido de sus combates, crecido entre las tempestades que precedieron a su organización definitiva y a su breve edad de oro, testigo y actor de los últimos acontecimientos, pertenezco a todas sus épocas por algún punto, conozco sus hombres y las pasiones e intereses que los movieron».
                            En su educación literaria puede situársele dentro del romanticismo y ya a partir de 1830, había comenzado a leer a franceses como Lamartine, Chateaubriand, Michelet, Víctor Hugo, Alejandro Dumas y los españoles Espronada, Zorrilla y el Duque de Rivas En 1840 figura entre los fundadores de «El Venezolano», periódico de corte liberal, al lado de Tomás Lander, Valentín Espinal, Urbaneja y Antonio Leocadio Guzmán. Pronto se distancia, sin embargo. Y cobra un odio feroz contra Guzmán, en torno al cual hará girar posteriormente toda su actuación pública. En 1846 funda “el Diario de la Tarde” con el que ataca la candidatura presidencial de Leocadio Guzmán. González resulta electo diputado, Durante este de 1846, González es el Jefe político del Cantón de Caracas, experimenta el placer de hacer prisionero a, Antonio Leocadio Guzmán, solicitado con urgencia por conspirador.
Cuando Monagas llega al poder, la situación política de González cambia. Su más encarnizado enemigo de ayer, humillado y por gracia de Monagas desterrado, después de haber sido condenado a muerte por el tribunal, aparece poco después en la dirección del Gobierno. Empieza para González su via-crucis. Sombras y tinieblas pueblan en las noches sus
reflexiones. Los Monagas se perpetúan en el poder.   
Durante esa época acontece el asesinato del Congreso, el 24 de enero de 1848. Era para entonces González, diputado. Aun cuando al día siguiente cedió a las presiones de Monagas para empatar el hilo constitucional y asistió a la sesión convocada, con este acto selló su retiro de la vida política de aquel momento. Entonces se dedicó a la enseñanza. Ya no como simple catedrático, lo cual había sido habitual en él desde su egreso de la Universidad, sino como propietario de un nuevo colegio: «El Salvador del Mundo» Su esposa lo secunda en la honrosa empresa. En los bancos del colegio se forma una generación brillante: Eduardo Blanco, Pedro Arismendi Brito, Julio Calcaño, Rafael Villavicencio, Marco Antonio Saluzzo, Agustín Aveledo y su propio hijo Jorge González Rodil. Los estudios en «El Salvador del Mundo», de acuerdo con las exigencias de la época, adquirieron la mayor seriedad humanística. Los alumnos aprendían el latín y el griego, y los exámenes eran verdaderos acontecimientos sociales y literarios en aquella Caracas de reducidos contornos. Por esta época se da su mayor actividad literaria, estrictamente de corte heroico que, a partir de 1846 había comenzado bajo el nombre de mesenianas. También funge como biógrafo de figuras como Martín Tovar y José Félix Ribas.
                                           En 1859 funda «El Heraldo». Su consigna es: «Contraer el solemne compromiso de refutar «El Patriota», «El Diario» y todo bicho guzmancista que alce golilla y la haga de escritor», y ataca en él a liberales y a paecistas por lo que en 1861 es encarcelado en las antiguas bóvedas de La Guaira. En diciembre del mismo año, es puesto en libertad, pero vuelve a caer preso en 1862 por idénticas razones.
                                               Desde el 60 la guerra había encendido nuevamente sus hogueras. Los federales Zamora, Falcón y Guzmán Blanco serán los jefes del movimiento. González se mantiene entre los dos fuegos. Su honradez política le impedía plegarse sumisamente a Páez y sus convicciones ideológicas le empujaban a odiar a los federales. En 1864 funda el periódico “El Nacional” donde defiende el gobierno de Crisóstomo Falcón Triunfante la Guerra Federal , González se refugia en las letras. Falcón, el caudillo de la revolución victoriosa, a su vez hombre de letras, lo acoge con respeto y deferencia. Juan Vicente González muere el 1 de Octubre de 1866 después de soportar una Gangrena y una Arterioesclerosis.

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